Los niños forman relaciones con el mundo externo dirigiendo hacia los objetos de los que se obtiene placer la libido originalmente apegada exclusivamente al propio yo del niño. La relación del niño con estos objetos es en primer lugar narcisista. Sin embargo, es de este modo como los niños llegan a tener relaciones con la realidad.
En una edad muy temprana los niños empiezan a conocer la realidad a través de las privaciones que ésta les impone. Se defienden a sí mismos contra la realidad repudiándola. Sin embargo, el criterio de toda adaptación a la realidad, es el grado es que son capaces de tolerar las privaciones que resultan de las situaciones mismas. En análisis con pequeños uno de los resultados a obtener es la adaptación exitosa, la capacidad de tolerar frustraciones reales.
Los niños muestran a menudo, ya al principio del segundo año, una marcada preferencia por el progenitor del sexo opuesto y otros indicios de tendencias edípicas incipientes.
Análisis de niños pequeños: Los ataques de angustia en niños muy pequeños, resultaron ser la repetición de un terror nocturno que había ocurrido en la segunda mitad del segundo año y al comienzo de su tercer año. Este temor era a la vez un efecto de una elaboración neurotica del complejo de Edipo. Hay muchas elaboraciones de este tipo, que nos llevan a establecer conclusiones sobre los efectos del complejo de Edipo.
Entre estas elaboraciones, en las que era muy clara la vinculación con la situación edípica, debe recalcarse la forma en que los niños frecuentemente se caen y se lastiman, su hipersensibilidad, su incapacidad de tolerar frustraciones, sus inhibiciones de juego, etc. La causa de estos fenómenos es un sentimiento de culpa particularmente fuerte. Los juegos de los niños nos permiten formular ciertas conclusiones especiales sobre el temprano sentimiento de culpa.
Un mecanismo fundamental y universal en el juego de representar un papel sirve para separar identificaciones operantes en el niño, que tienden a formar un todo único. Por la división de roles el niño logra expulsar al padre y a la madre que en la elaboración del complejo de Edipo ha absorbido dentro de sí, y que ahora lo atormentan internamente con su severidad. El resultado de esta expulsión es una sensación de alivio, que contribuye en gran medida al placer extraído del juego. Aunque este juego de representar parece muy simple y ser expresión sólo de identificaciones primarias, ésta es sólo la apariencia superficial.. Es de gran importancia en el análisis de niños penetrar detrás de esta apariencia. Sin embargo puede tener un pleno efecto terapéutico sólo si la investigación revela todas las identificaciones y elementos subyacentes y, ante todo, si hemos encontrado el camino hacia el sentimiento de culpa que está aquí en acción.
El análisis de niños muy pequeños muestra que éstos, en cuanto surge el complejo de Edipo, empiezan a elaborarlo y de ahí a desarrollar el superyó.
Los efectos de este superyó infantil sobre el niño son análogos a los del superyó del adulto, pero pesan mucho más sobre el débil yo infantil.
No puede haber dudas de que el yo de niños pequeños difiere del de los niños mayores o del de los adultos. Pero, cuando hemos liberado el yo del niño pequeño de la neurosis, resulta perfectamente adaptado a las exigencias de la realidad que encuentra exigencias todavía menos graves que las que se hacen a los adultos.
Así como la mente de los niños pequeños difiere de la de los adultos mayores, así también su reacción al psicoanálisis es en la temprana infancia diferente de la reacción posterior.
La razón por la cual este proceso es diferente del que encontramos en análisis de adultos es que en ciertos estratos de la mente infantil hay una comunicación mucho más fácil entre la conciencia y el inconsciente.
En su juego los niños representan simbólicamente fantasías, deseos y experiencias. Emplean aquí el mismo lenguaje, el mismo modo de expresión arcaico, filogenéticamente adquirido con el que estamos familiarizados gracias a los sueños. El simbolismo es sólo una parte de él; si queremos comprender correctamente el juego del niño en conexión con todo su comportamiento durante la sesión, debemos tener en cuenta no sólo el simbolismo que aparece tan claramente en sus juegos, sino también todos los medios de representación y los mecanismos empleados en el trabajo del sueño, y tenemos que tener en cuenta la necesidad de examinar el nexo total de los fenómenos.
Los niños producen no menos asociaciones con los rasgos distintos de sus juegos, que lo que hacen los adultos con los elementos de sus sueños.
Los niños emplean otro mecanismo primitivo, es decir, sustituyen con acciones a las palabras: en los niños actuar representa una parte prominente.
Si enfocamos el análisis infantil con la técnica adecuada al de los adultos seguramente no lograremos penetrar en los niveles más profundos de la vida mental del niño. Pero son precisamente esos niveles los importantes para el éxito y valor de un análisis. Sin embargo, si tomamos en cuenta las diferencias psicológicas entre niños y adultos y recordamos el hecho de que en los niños encontramos el inconsciente actuando aun junto al consciente, las tendencias mas primitivas junto a los desarrollos más complicados que conocemos, como el superyó, es decir, si comprendemos correctamente la forma de expresión del niño, desaparecen todos estos puntos dudosos y factores desfavorables, ya que encontramos que con respecto a la profundidad y amplitud del análisis, podemos esperar tanto de los niños como de los adultos.
En el análisis de los niños podemos retroceder a experiencias y fijaciones niños se las representa directamente.que en el análisis de adultos sólo podemos reconstruir, mientras que en los
En el análisis de niños no podemos sobreestimar la importancia de la fantasía y de la traducción a la acción por efecto de la compulsión a la repetición.
Los niños pequeños usan mucho más el recurso de la acción, pero incluso los mayores recurren constantemente a este mecanismo primitivo, especialmente cuando el análisis ha anulado algunas de sus represiones.
Es indispensable para llevar a cabo el análisis, que los niños obtengan el placer que está ligado a ese mecanismo, pero el placer debe seguir siendo siempre sólo un medio para un fin. Es justamente aquí donde vemos la predominancia del principio del placer sobre el principio de realidad. No podemos apelar al sentido de realidad en pacientes pequeños como podemos en los mayores.
Así como los medios de expresión de los niños difieren del de los adultos, así también la situación analítica en el análisis de niños parece ser enteramente diferente. Sin embargo, es en ambos casos esencialmente la misma.
Interpretaciones adecuadas, resolución gradual de las resistencias y persistente descubrimiento por la transferencia de situaciones anteriores: esto constituye en los niños tanto como en los adultos la situación analítica correcta.
Durante bastante tiempo el niño no elabora conscientemente las interpretaciones. Esta elaboración se establece después. Por ejemplo los niños empiezan a distinguir entre la madre “imaginada” y la madre real. Solo cuando han sido superadas resistencias muy poderosas y de larga data los niños se dan cuenta de que sus actos agresivos estaban dirigidos hacia los objetos reales. Entonces cuando se admite esto, el resultado, incluso en niños muy pequeños es generalmente un paso notable hacia la adaptación a la realidad. Al principio la interpretación sólo es inconscientemente asimilada.
Lo primero que sucede como resultado del psicoanálisis es que mejoran las relaciones emocionales con los padres; la comprensión consciente sólo surge cuando esto ha tenido lugar. Esta comprensión es admitida ante el mandato del superyó, cuyas exigencias son modificadas por el análisis de modo que puede ser tolerado y complacido por un yo menos oprimido y por consiguiente más fuerte. De este modo el niño no es súbitamente confrontado con la situación de admitir un nuevo conocimiento de su relación con los padres, o en general, de ser obligado a absorber un conocimiento que lo abruma. El efecto de tal conocimiento gradualmente elaborado, es en realidad aliviar al niño, establecer una relación fundamentalmente más favorable hacia sus padres e incrementar así su capacidad de adaptación social.
Las especiales características de los niños requieren una técnica especial adaptada a ellos, consistente en el análisis de sus juegos. Por medio de ésta técnica podemos alcanzar las experiencias y fijaciones reprimidas más profundas y esto nos permite influir fundamentalmente en el desarrollo de los niños.
Se trata sólo de una diferencia de técnica, no de los principios del tratamiento.
Los criterios del método psicoanalítico propuestos por Freud, es decir: que usemos como punto de partida la transferencia y la resistencia, que debemos tomar en cuenta los impulsos infantiles, la represión y sus efectos, la amnesia y la compulsión a la repetición y además, que debemos descubrir la escena primaria,
son criterios que se mantienen íntegramente en la técnica del juego.
El método del juego conserva todos los principios del psicoanálisis y lleva a los mismos resultados que la técnica clásica. Sólo en los recursos técnicos que utiliza está adaptado a la mente de los niños.