- Generalidades
Se ha subrayado la dimensión social del juego. Autores consideran que el juego reproduce comportamientos, creencias o ritos.
El juego también ocupa un lugar preponderante en el enfoque terapéutico del niño.
¿Porqué el individuo juega?: Se entiende como un exceso de energía que gastar como un vestigio filogenético del desarrollo ontogénico o como una manera de practicar habilidades futuras.
A. Clasificación de los juegos
Las clasificaciones dependen de la descripción del punto de vista social o cultural, genético o estructural.
– Para E. Erickson el grado de socialización requerido por el juego es útil para la clasificación de los diversos tipos de juego desde una perspectiva estructuralista. Describe juegos en la autoesfera (sensaciones corporales propias), en la microesfera (entorno próximo) y macroesfera social.
– J. Piaget propone una clasificación fundamentada en la estructura del juego que siga la evolución genética de los procesos cognitivos. Distingue:
- Juegos de ejercicio: Periodo sensoriomotriz (desde el nacimiento hasta los 2 años). Reacciones circulares primarias (utilización espontanea de las capacidades y funciones a medida que aparecen) y secundarias. El bebé busca incorporar la información al “saber como”.
- Juegos Simbólicos: Entre 2 y 7-8 años. Añaden al propio ejercicio la dimensión del simbolismo y de la ficción. Hacer “como si”, según Piaget el juego simbólico organiza el pensamiento del niño en un espacio donde el lenguaje no ha adquirido el dominio suficiente. Esto permite la manipulación e incluso la producción de imágenes mentales. Gracias a la repetición, el niño asimila las situaciones nuevas.
- Juegos de reglas: Al pincipio como imitación del juego de los mayores (desde 7-8 años), marcan la socialización del niñp. Van aumentando con la edad.
– Desde una perspectiva genética, menos centrada en los estadios cognitivos, S. Millar distingue en la fase sensoriomotriz los juegos de exploración, los de manipulación, los de ejercicio y los repetitivos.
– R. Caillois propone una clasificación estructural de los juegos según un doble eje:
- El primer eje está representado por un factor de orden, que va del juego de improvisación libre (paida), al juego reglado (ludus)
- El segundo eje pretende describir la estructura de los juegos según 4 componentes fundamentales:
- Agon: juego en el q domina la competición.
- Alea: cuyo móvil lúdico es el azar.
- Mimicry: dominio de la ilusión, lo ficticio, el “como si”.
- Ilinix: en el que el vertigo, el trance, el espasmo alimentan el juego.
Cada uno de estos 4 pueden asociarse no de forma arbitraria.
- Aportación Psicoanalitica
Los psicoanalistas han prestado atención al juego y a la significación que puede tener en función del desarrollo psico-afectivo del niño. Freud inició el estudio con el juego de un niño de 18 meses jugaba al fortdá (gritaba alegremente cuando el carrete aparecía) Este juego permite asimilar psíquicamente el hecho de la ausencia de la madre, hacerse dueño de la situación.
El clásico juego del escondite, aumenta el dominio del niño de las nociones de presencia y ausencia.
Anna Freud pone de manifiesto un mecanismo el el juego “Identificación con el agresor”, se observa la transición de la actitud pasiva a la activa. También señala la importancia del juego en el proceso de socialización..
- Klein centra su interés en el juego. Como el sueño, el juego permite una satisfacción sustitutiva de los deseos. Su función también, por los mecanismos de escisión y proyección, permite descargar por la personificación la ansiedad de un conflicto intrapsiquico. La proyección de estos problemas y la angustia representada por el juego permite y alivio y comprensión de la realidad.
El peligro de esto es situar al juego a nivel de la más profunda fantasía y olvidar el estudio de la organización formal del juego y el lugar que ocupa con la relación real con el adulto.
Sobre esta relación insisten Lebovici, Diatkine y Soulé, especialmente en el marce psicoterapéutico. El juego es una experiencia emocional reparadora en presencia de un adulto.
Winnicott instala al juego en un lugar privilegiado está en el centro de los fenómenos transicionales. Define también la noción de espacio de juego: “El área donde se juega no es la realidad psíquica interna. Está fuera pero tampoco pertenece al mundo exterior”.
Jugar es un proceso universal, característico de la salud.
El juego debe distinguirse de los instintos, en particular de las agresivas o sexuales, cuya activación constituye una amenaza real.
Winnicott define una tercera área entre la interna y la externa. Poco a poco el bebé adquiere cierta autonomía en particular gracias al objeto transicional.
Este objeto constituye una especie de materialización de los fenómenos transicionales. Precede a la toma de contacto con la realidad. Niño ejerce sobre él un mágico control y también una manipulación real. Este objeto representa el primer juguete que el niño manipula.
- Juego interactivo
En el juego el niño parece a menudo encontrarse solo. El niño inventa el objeto transicional para soportar dicha soledad.
No obstante, antes de conseguirlo, el lactante ya ha adquirido la experiencia del juego, juega con las personas que lo rodean.
Cuando la madre juega con su hijo, el inicio del juego está indicado por una fase de compromiso y después por un juego repetitivo, a continuación espera la repetición acompañado de la trasgresión, primero por la madre y después por el niño. Esta se acompaña generalmente de risas.
Estos periodos de juego son breves y las “esperas fingidas” crean un “microritmo” y permiten que el niño invierta el tiempo de espera y tolere la frustración así como la anticipación sorpresa.
II. Abordaje psicopatológico de las conductas de juego
- Estadios genéticos de la evolución del juego y nivel intelectual.
Correlacionar el nivel intelectual y la capacidad del juego muestra que niños bien dotados juegan más y más variados juegos. En cambio, niños discapacitados cognitivamente juegan poco y pasan mucho tiempo inactivo. Sin reglas complicadas y actividades de fase simbólica como el llenar-vaciar, persisten mas allá de la edad normal.
La utilización del material lúdico en niños retrasados presentan menos reacciones anticipatorias, formulación de normas y autocensuras. Prefieren reproducción repetida y menos procesos competitivos.
B. Juegos y expresión pulsional
Winnicott insiste mucho en la distinción entre la emergencia pulsional y el juego, apartándose de Klein. Las primeras observaciones de Klein fueron realizadas en niños psicóticos lo cual explica el lugar privilegiado de las fantasías en el juego.
Cuanto más relevancia tiene la vida fantasiosa del niño, tanto mayor en su percepción en la realidad.
Se observa en prepsicóticos, toda actividad lúdica se ve invalidad por temas agresivos.
Un juego tranquilo requiere del niño la posibilidad de controlar sus pulsiones.
La invasión del juego por la pulsión agresiva es característica de psicópatas.
El lugar que ocupa la expresión de la agresividad en el juego parece variar en función del sexo.
A los niños les gusta más pelear, compiten y son más variados. Determinantes culturales y sociales son importantes.
En los juegos de niñas el placer obtenido del dominio pasa con mayor frecuencia a un primer plano ante la expresión pulsional.
Aunque la expresión pulsional constituye la base de la existencia y de juegos, la dimensión fantasiosa en sus aspectos mas cognitivos, alimenta algunos juegos, un ejemplo es la historia familiar. Freud fue el primero en prestar atención a la necesidad de algunos niños de modificar con la imaginación sus relaciones con los padres. Es una “historia” relacionada con las personas que el complejo de Edipo ejerce sobre el yo del niño.
Otros inventan un “compañero imaginario”. En algunos casos llega a adquirir dimensiones sensoriales (alucinación), lo que sugiere una organización psicótica.
C. Variaciones estructurales del juego y psicosis infantiles
Repasando los 4 componentes fundamentales de los juegos según Caillois, la competición (Agon), el azar (Alea), el “como si” (Mimicry) y el vértigo (Ilinx).
Dos parecen ausentes: el agon y la alea. Los juegos de competición por la necesaria presencia del otro queda fuera del campo de interés del niño psicótico.
La mayor parte de las actividades “lúdicas” del niño autista o psicótico consisten en manipular indefinidamente un objeto, muy repetitivo, replegado en su autoesfera.
En cuanto al azar, el niño procura que no ocurra nunca esteriotipia, repetición.
Actividades de los niños psicóticos, se acercan más a lo que Caillois define como Ilinx: movimiento de giro, fascinación por todo lo que da vueltas.
No podemos preguntarnos si conviene denominar a éstos actividades “juego”.
D. Clínica del objeto transicional y del juguete
En el análisis de las funciones del juego según la patología del niño, la clínica del objeto transicional ha sido sin lugar a dudas la mejor estudiada.
Es un fenómeno casi universal. Es frecuente constatar perturbaciones graves en la utilización del objeto transicional por niños autistas.
La utilización satisfactoria de este objeto parece correlacionar con la capacidad de interiorizar relaciones de buena calidad con el objeto.
Niños autistas y psicóticos no utiliza el objeto transicional. Las características físicas de este objeto son: consistencia particular, dura, metálica, una morfología extravagante, frecuentemente está roto o abandonado. Los únicos que tienen un objeto transicional real son los prepsicóticos, los otros utilizan un objeto blando que será destruido.
Se debe distinguir entre autoeróticos, los psicóticos, los transicionales, los fetiches y los juguetes. Existiría relación entre la gravedad de la patología y la calidad del objeto transicional.
Algunos niños no pueden renunciar y lo conservan mas allá de la edad habitual (5-6 años), presentan rasgos neuróticos e inmaduros.
Puede llegar a ser un objeto fetiche de la vida sexual.
La relación entre el juego y los juguetes no es simple: un juego “suficientemente bueno” debe permitir la expresión de la creatividad.
Los juguetes técnicos o sofisticados y un exceso de juguetes pueden ser perjudiciales.
Romper juguetes puede poner de manifiesto una dificultad en el establecimiento de esta área transicional.
En niños límites o prepsicóticos hay incapacidad para contener la excitación y la invasión de una pulsión agresiva y destructiva.
E. El niño que no juega
El niño que no juega es inquietante. Este signo indicaría una posible enfermedad maniaco-depresiva.
Es necesario prestar atención a los niños mayores que no juegan, en especial juegos de rol y “como si”.
El niño bueno no es siempre un niño patológico, algunos niños parecen especialmente buenos y satisfacen absolutamente a sus padres. Apenas juegan y si lo hacen, lo hacen con seriedad y aplicación. Son “normópatas”. Presentan organización neurótica asintomática. Super yo exigente.
El niño hipermaduro se conduce como un adulto en miniatura. Se da en niños de padres separados aislados y/o enfermos. El niño no juega y en el hogar asume responsabilidades.
El niño deprimido: la ausencia de juegos en un niño con una cara inexpresiva y un aire ausente (especialmente delante del televisor permanecen con la mirada vacía)